Redimidos por la Cruz, Herederos por la Promesa
Texto base: Gálatas 3:13-18
“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu. Hermanos, hablo en términos humanos: un pacto, aunque sea de hombre, una vez confirmado, nadie lo invalida ni le añade. Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo. Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa. Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa.”— Gálatas 3:13-18
🪔 Reflexión
Este pasaje nos revela una verdad gloriosa: Cristo nos redimió de la maldición de la ley. ¿Cómo? Haciéndose Él mismo maldición por nosotros, colgado en la cruz, como dice la Escritura. Su sacrificio no sólo nos libera de la condenación, sino que abre la puerta para que la bendición dada a Abraham también nos alcance a nosotros.
Pablo explica que la promesa de Dios a Abraham fue hecha mucho antes que la ley. La ley no reemplaza ni anula la promesa. La salvación nunca fue por obras, ni siquiera en el Antiguo Testamento. Siempre fue por la gracia de Dios, recibida por medio de la fe.
Cristo es la “simiente” prometida. A través de Él, nos convertimos en herederos de la promesa, no por nuestro esfuerzo, sino por el cumplimiento perfecto de Dios en Cristo.
🙋 Aplicación
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¿Estás viviendo como alguien redimido, o sigues sintiéndote bajo culpa y condenación?
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¿Entiendes que eres heredero por promesa, no por mérito?
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¿Valoras la cruz de Cristo como el punto central de tu libertad espiritual?
🙏 Oración
Señor, gracias por redimirme de la maldición del pecado y la ley. Gracias por hacerte maldición en mi lugar y darme acceso a las promesas eternas. Ayúdame a vivir con gratitud, con fe y en la libertad que me has dado. Que nunca me aparte del camino de la Gracia para volver a confiar en mis obras. En Cristo tengo todo. En Tu santo nombre. Amén.
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